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Ramón Mateos
ramonmat@gmail.com


Wayaway

English below

Cada año entre dos y tres millones de personas emigran. Se calcula que a principios del siglo XXI 130 millones de personas viven fuera de su país de origen.

En un momento en el que bienes y valores recorren el mundo sin trabas, en el que la ilusión del internacionalismo es patrimonio de las grandes corporaciones, también somos testigos de una globalización de las prácticas sociales y la cultura, y de como un cierto sentimiento de pertenecia a una comunidad desterritorializada se va extendiendo, gracias a las comunidades de consumidores. Resulta sorprendente la vigencia de la paradoja que Walter Benjamin observaba a finales de los años treinta al señalar la «desproporción» que existía entre «la libertad de movimiento y la riqueza de los medios de transporte».

Los avances técnicos permiten los grandes desplazamientos, manteniendo el contacto fluido entre puntos muy distantes. Si bien el mismo movimiento físico sigue estando vigilado y restringido, manteniendo un cierto orden en relación a estructuras de supremacia técnica y económica y una tensión entre la solicitud de mano de obra por parte de las sociedades productoras y su propio rechazo a una aceptación masiva. Rechazo no sólo sustentado en cuestiones xenófobas, abiertamente insolidarias, sino por las acusaciones al multiculturalismo como última perversión del relativismo cultural, así se entiende que una cosa es la integración en una sociedad de individuos procedentes de culturas diversas, lo que sin duda es benéfico, y otra la fragmentación social derivada de la constitución de subculturas hostiles e incompatibles entre sí… «¿hasta qué punto una tolerancia pluralista debe ceder no sólo ante «extranjeros culturales», sino también a abiertos y agresivos «enemigos culturales»? (cfr. La sociedad multiétnica. Giovanni Sartori)

La mayor parte de los discursos sobre los movimientos de personas a través de las fronteras se saldan con la constatación de que es en la disparidad de renta con los paises de acogida donde la inmigración encuentra su razón de ser; la realidad es que la situación de los paises de origen no es ni mucho mejor ni mucho peor que la de hace años. Es más, si se consideran los anuarios de algunos prestigiosos organismos económicos internacionales, habría que sostener que en buena parte del tercer mundo es mayor el camino ya recorrido hacía el desarrollo que el que queda por recorrer. Pero entonces, ¿por qué se produce ahora ésta avalancha de desheredados? Ser ciudadano se entiende hoy dia como el tener derecho a poseer aquellos que otros poseen, cuandos los ciudadanos nos interesamos muy poco por la política lo que aspiramos es a consumir los diversos bienes que están en el mundo, a desesenvolvernos en una democracia de consumo que si bien puede desmovilizar y postergar la búsqueda de puntuales soluciones estructurales, nos asegura los símbolos y prerrogativas de la élite disponibles a escala masiva.

No son entonces los cambios económicos en el mundo en desarrollo, sino en el mundo ya desarrollado, los que han servido de reclamo. Unos cambios que no se refieren tanto al crecimiento o a la mera progresión en el bienestar cuanto a las modificaciones del paradigma en el que ese crecimiento y ese bienestar están insertos. En primer lugar, el gran desarrollo de las telecomunicaciones hace accesible el conocimiento del nivel de vida occidental a los habitantes del tercer mundo. En segundo lugar, el abaratamiento de los costes de transporte ha disminuido el coste de las migraciones internacionales. Han sido necesarios los progresos en la liberalización internacional de los flujos comerciales y financieros para que la explotación de esos sectores desatendidos, de esas potenciales canteras de actividad, comenzase a ser rentable. Ha habido que descartarse del Estado de bienestar para que, llevando ésta lógica hasta sus últimas consecuencias, una nueva clase social considere que la contratación en condiciones de semiesclavitud está dentro de la doctrina económica de nuestro tiempo y se disponga a rentabilizar el auge migratorio: una ingente oferta de empleo en sectores tradicionales y poco atractivos para los trabajadores autóctonos, que está actuando como correctivo de la actual división internacional del trabajo.

Es en este marco en el que se desarrolla la propuesta del prototipo de Travelbox

Travelbox es un embalaje, similar a los que se usan para transportar obras de arte, acondicionado para el viaje de seres humanos. Un embalaje construido en madera, con unas medidas de 150x150x100 cms, cuyo interior consiste en un habitáculo de poliester diseñado para el transporte humano.

Este prototipo que ahora se presenta, aprovechando el soporte económico de un circuito cultural, ya ha hecho el siguiente itinerario: España (Madrid), Argentina (Buenos Aires, Córdoba), Paraguay (Asunción), Uruguay (Montevideo), Guatemala (Guatemala), Colombia (Bogotá), España (Madrid). Dotado de una batería eléctrica que proporciona agua corriente, iluminación y ventilación, al tiempo que ofrece seguridad, ya que su ocupante permace oculto.

English Text

Between two to three million people emigrate every year. An estimated 130 million people are estimated to live away from their country of birth at the beginning of the XXI century.

At a time when goods and shares are exchanged freely around the world and the illusion of internationalism is the patrimony of the big corporations, we are also witnessing the globalisation of social and cultural practices, as well as the growth of a sense of belonging to a community with no territory, thanks to disparate communities of consumers. It is surprising that the paradox about the «lack of proportion» between «the freedom of movement and the richness of transport», observed by Walter Benjamin at the end of the 1930s, still remains.

Technological progress makes it easier to travel great distances and to stay in contact with far away places. Nevertheless, actual physical movement remains restricted and under control. This both keeps a certain amount of order on technical and economic supremacy structures, and puts a strain between the need for manpower by producer nations and their own rejection of mass acceptance. This rejection is based not only on xenophobic reasons, which are openly unsympathetic, but also on the thinking of multiculturalism as the latest perversion in cultural relativism. Thus, it is believed that one thing, and quite positive, is the integration in society of individuals belonging to different cultures, and the social fragmentation arising from hostile and incompatible subcultures is another, completely different issue. «Should pluralist tolerance renounce not only in favour of «cultural foreigners» but also of clearly aggressive «cultural enemies»? (The multi-ethnic society,. Giovanni Sartori)

Most speeches related to the movement of people between nations state that immigration is a result of income being higher in the receiving countries. The reality is that the situation in the countries of origin is neither better nor worse than it was years ago. In fact, if we consider the yearbooks of some prestigious international economic institutions, we find that most of the third word countries have reached an important degree of development. If so, then why this avalanche of disowned people? It is understood nowadays that being a citizen means having the right to own what others own. As citizens we hold little interest in politics, what we strive for is to consume the various goods available in the world. We strive to become a consumer democracy which, despite debilitating and delaying the search for specific structural solutions, guarantees us the symbols and privileges of the elite, available in a large scale.

Therefore, the appeal is not due to economic changes occurring in developing countries, but those happening in developed ones. These changes are more related to prototype than to growth and welfare itself. First of all, the tremendous advances in telecommunications allow people in the third word to learn about the living standards of western countries. Secondly, lower fees for transportation have made international migration easier. It was necessary to speed up the international liberalisation of commerce and finance, so that investment in previously neglected sectors, potential gold-mines, could become profitable. But strictly following this school of thought, and putting aside the Welfare State a new social class believes that hiring people in semi-slavery conditions is within the economic doctrine of our time, thus enabling them to take advantage of this migration boom: a massive offer of employment in traditional sectors, unattractive to local workers, serves as a corrective tool to the international disparity of jobs.

This is the context in which the Travelbox prototype proposal is developed.

Travelbox is a package, similar to that used to carry pieces of art, but adapted for the transport of people. A package made of wood, measuring 150x150x100cm, consisting inside of a polyester chamber, especially designed for human transportation.

Seizing financial support from a cultural circuit, the prototype herein submitted has already travelled to: Spain (Madrid), Argentina (Buenos Aires, Cordoba), Paraguay (Asuncion), Uruguay (Montevideo), Guatemala (Guatemala), Colombia (Bogota), Spain (Madrid). An electric battery provides running water, light and ventilation as well as warranting safety, in view of its occupant remaining unseen.